viernes, 2 de junio de 2017

Último día de trabajo

¿Alguna vez has imaginado tu último día de trabajo en tu empresa?, el miércoles era mi último día en esa empresa, después de varios años trabajando en un ambiente y con unas condiciones que no me gustaban, decía adiós a una etapa. Monté una mesa llena de dulces, galletas, frutas y chucherías, una bandeja con más de veinte pasteles entre ellos palmeras mitad blanca y mitad negra aptas para racistas, fascistas o comunistas, proletarios del mundo uníos en torno a mis viandas, currelantes compañeros esto que os traigo es un mero acto de agradecimiento de vuestro compañerismo en estos años de trabajo.
El día avanzaba a horcajadas de un caballo típico del día a día en la empresa, entre enfados, gritos y puñetazos en la mesa por parte de dirección, un nuevo proyecto de pinchos y brochetas no había salido bien y como todos sabemos la mejor manera de remediar un error es dar un puñetazo en la mesa y gritar improperios, debe ser las formas que enseñan en los cursos del tan de moda ahora " Couching". Cuando estoy trabajando intento focalizar mi atención en la pantalla del ordenador y en los cálculos que estoy haciendo, pero en esta empresa los momentos de concentración se podían convertir en una montaña rusa al corazón, un golpe súbito en una mesa acompañado de algún grito podía romper el silencio en cualquier momento como caen las bombas en Bagdag, y el corazón a modo de vagón de montaña rusa se aceleraba a niveles de Marco Pantani subiendo el Mont Ventoux.
Cuando terminé de montar la mesa de desayuno de despedida, le hice una foto y se la envié a Ana, mira lo que he montado, y me respondió, cuando puedas llámame, algo que nunca me gusta leer porque sé que no trae nada bueno, cuando puedas llámame, tu abuela Elena ha muerto, cuando puedas llámame, tu abuelo Valero ha muerto, cuando puedas llámame, tu tía Juana ha muerto, cuando puedas llámame, 3 palabras que forman una frase maldita que me hace sudar frío cuando la leo.
Pasa algo Ana?, si....
Cogí el teléfono y llame rápidamente, Fran al niño le han hecho la prueba del talón y no ha salido bien, se la han repetido tres veces, esto puede significar muchas cosas Fran, puede que tenga un problema mental o puede que sea un problema metabólico, en internet he leído muchas cosas, Maica y tu hermano van ahora al médico. No hizo falta que me hubiera dicho nada, la voz nerviosa ya delataba el problema.
Me levanté de mi sitio y me fui a un lugar más tranquilo, eché en cara a Ana que buscara cualquier cosa en internet, para eso están los médicos, deja que hagan su trabajo, voy a llamar a mi hermano a ver lo que pasa, ahora hablamos un beso y no te preocupes que no va a pasar nada ya verás.
Me cogió con la guardia baja, no venía preparado para una noticia así en un día que me lo pensaba tomar casi festivo, me notaba que me temblaban las piernas y tenía la boca seca, quería contárselo a María pero estaba lejos y no podía llamarla, además tampoco quería aguarle el viaje.
Al peque solo lo he visto un par de veces, el día que nació y el día siguiente de nacer, pero lo conozco por fotos, fotos diarias que le hace el padre y la madre y que nos llegan al teléfono (aun me cuesta pensar en mi hermano como el padre del pequeño). Fotos que nos alegran el día, con las que se le cae la baba a la abuela, las primas y a todo el arco familiar, cada vez que enseño las fotos a María las mira con mucha ternura y le sonríe toda la cara, mira que está guapo y que gordito!!, pero que guapo está!!, y el padre le intenta colocar ropa del Deportivo de la Coruña y el resto lo quieren hacer madridísta, y aun no saben que el pequeño se va a venir conmigo junto con los otros sobrinos de Madrid y se va a hacer bukanero, otro rayista en el exilio, y le regalaré una franjirroja que lucirá con orgullo en su colegio Fuengirola como el que luce un pequeño tesoro, eso va a ser así le guste o no a los padres porque el futuro no se elige sino que llega.
Un segundo después de colgar a Ana llamé a Juanpe pero no lo cogió, estaría conduciendo al hospital, así que llamé a mi padre ( porque mi madre es Ana y mi padre es mi padre), me cogió la llamada y creo que no dije ni hola, papa he hablado con Ana y me ha contado lo del pequeño, le he dicho que no busque nada por internet que no hacen más que alterar, sonaba a a que le estaba reprendiendo algo y casi no le deje hablar, hasta que con la voz casi rota, frágil me dijo que estaba esperando a entrar a ver a un cliente, creo que en el fondo me estaba diciendo, Fran no me jodas, estoy a punto de entrar a ver a un cliente y no quiero ponerme a llorar ahora, porque a mi padre en momentos como esos se le ponen los ojos muy rojos y se le cae alguna lágrima, y yo casi sintiéndome culpable de llamarlo en ese momento le dije que hablábamos más tarde.
No sabía ni que hacer ni a donde ir, no sabía con quién hablar. Volví a mi puesto y continué trabajando por inercia, haciendo los cálculos con la parte basal del cerebro, mientras que el 99% de ambos hemisferios le daban vueltas a la noticia. La amplitud de de posibilidades era muy amplia, el caso es que en las fotos no daba la impresión de un niño con ningún problema mental, se le veía muy despierto con ojos vivos, también podría ser algo metabólico, esto quizá era lo de menos, que no puede tomar ciertos alimentos pues se reaprende a cocinar, será por comida!!
Los golpes y los gritos seguían pero para mi pasaban transparentes en el cerebro, como si el vagón de la montaña rusa lo hubieran dejado en una vía paralela y muerta, el corazón había pasado de la subida Mont Ventoux a caminar a 50 grados en una carretera plana e infinita, boom boom.............boom boom.................boom boom.......... no podía seguir con aquella incertidumbre y llamé de nuevo a Juanpe, esta vez me cogió la llamada, su voz tranquila y serena me tranquilizó, vamos a esperar a ver que dice el médico luego hablamos. Esa tranquilidad en momentos como esos debe de venir de familia supongo que serán genes paternos, no lo sé. Creo que los tres hermanos nos parecemos bastante en eso, no perdemos los nervios y nos mantenemos estables ante cualquer circunstancia, si hubiéramos estado en el Titanic habríamos salido los últimos del barco, antes habríamos guiado a la gente a las salidas y ayudado a las abuelitas a salir, y sin perder los nervios hubieramos salido diciendo adiós al barco.
No quería llamar a Ana porque ella si que estaría nerviosa y hablar sin tener noticias nuevas era darle vueltas a lo mismo.
El tiempo pasaba, los gritos continuaban, los golpes en la mesa se oian de fondo, todo el mundo debíamos de ser unos incompetentes según decía nuestro director, pero señor director hoy no me toque los cojones que no aguanto lo más mínimo, yo sé que nunca se hubiera atrevido a decirme nada a la cara porque nunca lo he permitido pero ese día menos aun, porque si los putos pinchos y las putas brochetas han ido mal se jode, porque en gran parte a sido por su culpa y porque hoy mi ultimo día de trabajo en la empresa estoy dispuesto a defender a mis compañeros hasta el punto de mandar a tomar por culo al que se ponga por delante y minusvalore nuestras aptitudes, y porque hoy mi mente está en el hospital donde está el pequeño Juanpe.
Recibí una llamada de Juanpe padre, el médico les había dicho que no era nada importante, básicamente la prueba del talón es tan amplia que abarca desde una enfermedad muy jodida hasta algo nimio que no repercute en nada importante en la vida del niño, vamos, os una broma muy pesada, un "thriller" psicológico de varios días de duración en el que el final era colorín colorado este cuento se ha acabado.
Me escribió Ana contándome básicamente lo mismo que Juanpe, respiramos tranquilos.

El sábado nos vemos en Granada, quieren bautizar al peque, a mi el bautizo me da lo mismo, lo único que espero es llegar, abrazarlo fuerte y darle muchos besos, y con una mezcla de sangre gaditana y granadina, con un padre del Deportivo y tú que sé que vas a ser del rayito como yo, te diré al oído y te lo repetiré cuando seas más grande, Juanpe con nosotros no hay quién pueda, porque NO HAY QUIÉN PUEDA CON LA GENTE MARINERA!!!

viernes, 10 de febrero de 2017

CEÑIDA POR LA AMURA DE ESTRIBOR

Se movía la cristalera como si del casco de un galeón en mitad de una tormenta se tratara, la lluvia golpeaba los cristales como cuchillos en el matadero, y no arreciaba, estábamos en mitad de una tempestad, cualquier capitán habría tomado la decisión de arriar velas dejando únicamente la jarcia en el trinquete, mayor y mesana, pero nosotros en mitad del ensanche de Vallecas sentíamos la tormenta como un huracán envenenado que se llevaría por delante todo lo que pillara, desde el arcón hasta la dama de noche, desde los focos de luz hasta la barra de dominadas, desde las bicicletas hasta el portero 24 horas, si aquello no disminuía tendríamos que jalar muy fuerte los aparejos para evitar que todo saliera volando por la borda, así que nos agarramos muy muy fuerte al nórdico de plumas, nos dimos media vuelta y seguimos durmiendo.
Unas horas más tarde, preparamos el desayuno, té con y sin leche, zumo de naranja recién exprimido, jugo de naranjas que con honor aguantaban las embestidas de los 80W del nuevo exprimidor, tostadas de pan payés con tomate rallado y aceite virgen extra que se agarra a la garganta como un escalador se agarra a la roca, miel toledana, bizcocho recién horneado aún caliente, mientras el viento seguía chocando contra los cristales, a rachas entre violentas y muy violentas, a veces incluso hostiles, pero como el Capitán Aubrey, yo ,con mi taza de té Tetley, miraba en el horizonte soleado y límpido, parapetado tras la cristalera, como el lo hacía desde el puente de mando con la taza de café en la mano. Tanto para María como para mí, el desayuno no es un mero trámite, es liturgia y como tal hay que honrarla, poca broma con esto. 
Lo primero que pensé cuando desperté, si sigue este viento hoy no va a haber partido esta tarde, pero en Vallecas hace falta algo más que una ciclogénesis explosiva para detener a los piratas del sureste de Madrid.
Como casi siempre, Jorge me recogió en su coche, esta vez un poco más ajustados de tiempo pero claro jugando a las 16h de un domingo hay que estirar mucho el tiempo para poder hacer una sobremesa, aunque esta se haga en el sofá y viendo una película, y lo intentamos lo juro, pero no terminamos la película, todo sea por la franja, ya hasta María me comprende y se involucra, aun sabiendo que casi nos dirigimos al matadero, ella entiende que ir a animar al Rayo es un acto de obligación moral, no sé si Steven Pinker estará de acuerdo con mis tesis, pero no animar al Rayo sería propio de sociedades deshumanizadas y atrasadas, por eso necesitamos a este equipo para que los domingos que jugamos en casa tengan sabor a utopía y a odisea, Homero en nuestros días animaría al rayito bufanda en mano en el fondo de Bukaneros.
Entrabamos al campo y nos sentábamos cuando ya habían anunciado las alineaciones, esa había sido una semana polémica, se nos quería hacer tragar con ruedas de molino y que Zozulia, un ucraniano con tintes racistas, xenófobos y fascistas vistiera la franja, y no, la franja no se mancha, pero la prensa también se nutre de estas disputas dando y quitando razones, alegando que son los ultras lo que impiden que juegue, cuando fue el barrio entero el que se negó de pleno a ver aquel esperpento, Vallecas no es país para nazis.
Entre cánticos, llegó el minuto seis y con él el primer gol, no habíamos ni entrado en calor y ya íbamos ganando, un centro raso que no llegó a toca Manucho y que sí lo hizo un jugador del Almería para cambiar la dirección del esférico y enviarla adentro, GOOOOOOL!!!! Que bien sabe comenzar ganando.
El viento seguía haciendo acto de presencia pero en la primera parte soplaba a favor, teníamos el viento de popa a proa, había que aprovechar aquello, con el bauprés dirigido a la portería del Almería se pasó la primera parte en un suspiro, el Rayo había jugado aceptablemente bien, o al menos no de la manera que nos tenía acostumbrados, y el Almería no conseguía acercarse con peligro, Gazzaniga se estaba salvando, porque confesémoslo, cada vez que la pelota llegaba a la portería Vallecana nos santiguábamos como un cura en semana santa.
La primera parte se llenó con cánticos de la afición, pañolada al presidente, su gestión no puede ser más inepta, pero no quiero meterme en temas políticos de la institución. La marsellesa del minuto 24, cuando todos, como un buque con el velamen de gala, desde el fondo hasta preferencia levantamos las bufandas a modo de arboladura que aguanta todo lo que le echen.
La segunda parte igual que la primera, nos dio alas para volar y pensar en los posibles goles que podían llegar, jugando así por qué no. El Almería apenas tenía ocasiones, en cambio nosotros estábamos tocando y llegando, incluso a veces, muy pocas, tirando a puerta, esto es uno de los problemas de los que adolece el Rayo, puedes tener cañones, lo mismo da el calibre, pero si no tienes pólvora no haces nada, y nosotros no tenemos pólvora, pero al menos somos conscientes de ello.
Minuto 56, entra Frán Beltrán, si la cosa no se tuerce puede llegar a ser un icono de la franja, y la gente lo sabe, lo quiere y lo respeta. La cosa va bien, pinta bien, pero de momento un silbido nos sorprende y un sudor frío nos recorre la espina dorsal, el árbitro acaba de pitar penalti en contra, minuto 59, ¿pero por qué?, no hay travesía tranquila como no hay partido sin sobresaltos en la ermita de Vallecas.
Justo cuando Fidel, el jugador del Almería que se dispone a tirar la pena, pone el balón en el punto de penalti el tiempo se detiene, los electrones dejan de moverse en su nube electrónica y su momento de inercia se congela, se hace el cero absoluto, -273 grados centígrados, los corazones dejan de latir, las gargantas quedan mudas y el estadio es un desierto sin arena. Suena el silbato del colegiado, Fidel se acerca a la pelota, carga la pierna, cierra el resorte y lo suelta, la pelota sale disparada, y si seguimos el camino de las flechas que dicta la teoría de la electrodinámica cuántica de Feynman el balón estaría dentro y el Almería habría empatado porque esto es lo que tiene mayor amplitud, pero la luz también puede no ir en línea recta, incluso puede ir al pasado para aceptar un electrón que perteneció a él mismo, por lo tanto Gazzaniga también puede volar para un lado y para otro a la vez, y cuando volvemos a ser conscientes de lo que pasa en Vallecas, Gazzaniga ha volado y ha parado el balón, y como chivo expiatorio de todos sus fallos en el campo, el penalti se convierte en catarsis y Gazzaniga en héroe en la Albufera.
El estadio vuelve a rugir, el fondo que nunca ha parado de animar aumenta el volumen de sus cánticos, que se oiga, que no hay más opción que la victoria en Vallecas, que no hay más equipo que nuestro rayito, que no hay más patria que nuestro buque y más bandera que la franjirroja, si, esos somos nosotros, piratas en la liga1|2|3.
El partido continua, el rayo desperdicia oportunidades, entre uuuuiiiiss y ohhhh terminamos mordiendo las bufandas, y algunos los bocadillos de jamón, y llega el final del partido.
Pues si, como decía la pancarta que colgaba del fondo semanas anteriores, “GANAR DEBE DE SER LA HOSTIA”, y si, les doy la razón es la hostia.
Y mientras todos celebramos los tres puntos Gazzaniga se pasea por todo el perímetro del campo animándonos y dándonos gracias por alentar durante la temporada, se para delante del fondo de Bukaneros se quita la camiseta y la tira a los ultras gritando y cantando con ellos, haciéndonos creer que aún se puede, que no todo está perdido. Estos gestos pesan mucho para la gente del Rayo, nosotros no queremos a los mejores jugadores, queremos que los que estén sientan la franjirroja, que se involucren con el equipo y con el barrio, y con esos gestos Gazzaniga se reconcilia con la afición, qué más da que sea un paquete como portero si es NUESTRO portero.

Así que una vez que todo ha pasado, ya no hay más pipas que comer, ni más kikos ni almendras, la batalla ha terminado, los muertos aun calientes quedan esparcidos por el campo, aun huele a pólvora y pican los ojos, no hemos tenido tiempo de lavarnos la sangre, y el eco de los disparos resuenan en el cerebro a la vez que un pitido en los oídos nos percute los tímpanos, es lo que tiene la guerra, que después hay consecuencias, como también hay costumbres, y desde el fondo se alza una voz al grito de “ LA VIDA PIRATA LA VIDA MEJOR”, y nosotros que honramos las costumbre seguimos a coro “ LA VIDA PIRATA MEJOR…”, esa es la voz de los piratas de Vallecas.


miércoles, 1 de febrero de 2017

La nada más absoluta

Hace casi dos semanas Rayo jugó en casa contra el Elche C.F. un partido para olvidar, tanto fue así que pensé en escribir sobre el partido de esta manera:
"Ayer fui a ver el Rayo-Elche voy a resumir el partido:
comienza
Gol del Elche
Descanso
Gol del Rayo
Final"
Pero hubiera sido rehuido de lo que significa ser abonado del Rayo. Nosotros no vamos al campo a ver ganar a nuestro equipo, oye, que si gana eso que nos llevamos, y como se podía leer en el tifo del fondo de Bukaneros " GANAR TIENE QUE SER LA HOSTIA", pero no, nosotros vamos a ver al Rayo como los feligreses van los domingos a la parroquia, vamos a comulgar con nuestra pasión, y aunque ya le estamos viendo los dientes al lobo, y cada domingo asumimos que al menos vamos a oler a segunda división (Liga 1|2|3, para que se quede tranquilo esa mente inquieta que ideó semejante bazofia de nombre) una temporada más. Un coctel de derrotas y mal juego, empates de partido que se debieron ganar, y jugadores con la motivación bajo mínimos, un sentimiento de derrota que se expande y crece como el yuyo (mala hierva).
Escribo esto con un partido jugado y perdido en Valladolid una semana después de este Rayo - Elche, y a unos días de jugar contra el Almeria en casa, con la noticia de que el equipo ha fichado a un ucraniano de tintes nazis y xenófobos capaz de aunar a toda la afición contra el presidente, ¿a quién se le ocurre?, en Vallecas no importa si ganamos o perdemos, hay algo más importante que todo eso y son las ideas, solo a un presidente con ideas de palancana se le ocurre fichar a un tipo así y traerlo al Rayo, este tipo no sabe que la franja no se mancha, preferimos jugar en 2ª B que ascender a primera de manos de fascistas y racistas.
El caso es que después de comer en un mexicano y bajar la comida con un paseo por el centro, María me acercó al campo, Jorge ya me esperaba por allí, bajamos la cuesta de los bomberos con la ilusión de una victoria que nos alejase del descenso, y a la búsqueda y captura de un paquete de pipas que culminase el botín de frutos secos que traía Jorge, parecíamos un bracmán con su tesoro.
Bukaneros acababa de cerrar el local por lo que no nos dio tiempo de ver las novedades textiles que nos ofrecía el 2017, esta vez no hubo cafelito, nos dirigimos directos al campo, sacamos los carnets y nos sentamos en el estadio. Cuando entras en el campo de Vallecas lo primero que ves es que hay un fondo y un muro, un muro con una imagen que pretende ser un espejo del fondo que tiene enfrente, y donde un apotegma dicta lo siguiente: VALOR CORAJE NOBLEZA. No aparece nada del estilo de campeones, o reyes de ningún lado, no, somos republicanos y de barrio, si acaso un cántico que dice "Somos de Vallecas y vamos a ganar...", pero claro, me estoy refiriendo al grito de guerra del pequeño bergantín aparejado del barrio del sureste de Madrid, un grito omnipresente en Vallecas y conocido en cualquier campo de fútbol del estado español, " A las armas"... la verdad, demasiado he sacado para escribir de un partido que no mereció nada.

martes, 27 de diciembre de 2016

La amnesia del hombre que olvidó a su equipo durante unos segundos.

Hay momentos, en los que le preguntarías a tu compañero de asiento en el estadio lo mismo que le preguntaba aquél niño a su padre, "papá, ¿por qué somos del Atleti?", en ese caso yo le diría a mi colega y vecino de asiento, Jorge, recuérdame qué hacemos con la bufanda del Rayo colgada del cuello y sentados en mitad de la Avd. de la Albufera, recuérdame aquél día hace ya tiempo, que decidimos ir más allá y hacernos abonados, recuerdamelo, porque justamente acabo de olvidarlo. Menos mal que es un tipo de amnesia que pasa pronto, un tipo de amnesia que no conocía Oliver Sacks cuando escribió su libro sobre aquel hombre que confundió a su mujer y su sombrero, un tipo de amnesia del que podría haber escrito otro libro.
Pero se pasa pronto, será que la franja una vez que te cruza ya es para siempre y deja mucha huella dentro de ti, y aun así duele, duele de cojones. Y ya sé que el fútbol es un negocio y el opio del pueblo, y que en Siria las malditas balas están acabando con Alepo poco a poco y para siempre, y que los polos se están derritiendo, y que las abejas están desapareciendo, y que el fútbol no es ni un deporte, un deporte es la escalada, un deporte es el atletismo, incluso el ciclismo, si ya lo sé, pero es que para mi el Rayo no es fútbol, nada que ver con eso. Cuando hablo del Rayo es algo más que 90 minutos de partido dentro de un campo en el que el césped parece el de la huerta de Orihuela, porque el Rayo es patrimonio de su barrio, de su gente, de la gente que quiere ser del Rayo, de los que la lucha de clases cruza la línea y se la llevan hasta el terreno de juego, el Rayo es honestidad, no podría haber sido de otro equipo, y al igual que en Germinal a los obreros no le queda otra que ir a la huelga, a mi no me queda otra que ir a la ermita vallecana cada vez que el Rayito juega en casa.
 Y es que si la memoria no me falla todo comenzó el domingo 18 de diciembre, con un día soleado pero frío, un cielo azul increíble, viento largo y helado que despejaba la mente de cualquier problema y el ambiente de cualquier partícula de polución. No era día ni de darle vueltas a las cosas, ni de cerrar la M-30 a los vehículos impares, era día para pasear por la mañana por el descampado kilométrico que tenemos en el ensanche, de comprar pan calentito y hacer unas patatas con huevo y habitas, un domingo como Dios manda.
Rondaba las 16.40 cuando me llegó el mensaje de Jorge para recogerme a las 17h. Yo ya tenía la bufanda preparada, junto con el abrigo y los carnets, lo último que quería era pasar frío, con la garganta un poco tocada, me esperaba una tarde de cánticos, gritos y paquete de pipas tamaño familiar, eso si, botellita de agua del tiempo.
Aparcamos y nos dio tiempo a pasarnos antes por uno de los bares tugurios anexos al estadio, donde se juntan hooligans y viejos de barrio para tomar el café de la tarde, el café que calienta el cuerpo, el alma e incluso las manos, un café con sabor a partido, yo por mi parte como no me gusta el café al menos disfruto del ambiente, un ambiente muy de barrio, entre hooligans con la cara tatuada, pantalones apretados y botas Martins de puntas de acero, punkis con crestas de colores y parches anarquistas, y viejos castizos del barrio de toda la vida, rayistas de equipaciones sin publicidad ni marcas y partidos en blanco y negro, una amalgama muy característica de Vallecas, donde las madres de la droga han salido a la calle a plantar cara a los narcos y pedirles explicaciones por sus hijos muertos, como dice el cartel de la entrada de payaso fofo, ¡ESTO ES VALLECAS! 
Se notaba un ambiente de domingo de fútbol, llevábamos ya varias semanas con lluvia, parecíamos un equipo inglés, lluvia y frío, y hoy tocaba únicamente frío.
El Zaragoza traía consigo un número indeterminado pero ruidoso de aficionados, que fueron entrando en calor poco a poco gracias a la inexistencia de juego rayista. Nada había cambiado desde el último partido excepto el entrenador, pero respecto al juego, seguíamos con los mismos fallos de equipo de colegio, lo único que nos salvaba era que el Zaragoza jugaba incluso peor. Una guerra entre dos guerreros ciegos digna de película de los Monty Piton, donde las espadas causan más peligro al propio guerrero que al adversario. Pases mal dados en corto y en largo, mal recepcionados, incluso mal pensados, jugadores mal posicionados en el campo, falta completa de visión de juego... pues eso un equipo que lucha en la mediocridad de la segunda división. (Perdón de la liga 1,2,3... disculpe el iluminado que le puso el nombre). Y así transcurrió la primera parte, lo que dio pie a las canciones del intermedio, la banda sonora original del descanso de vallecas, entiéndase AC/DC, SKA-P y la música de discoteca kazaja que anuncia el centro comercial de la albufera.
La segunda parte más, de los mismo, fútbol inexistente y mediocre de dos clásicos de primera división jugando a fútbol  de recreo de parvulitos. Nada que distrajera la atención salvo un gol anulado al Zaragoza por claro fuera de juego, y la ineptitud de un árbitro que puesto a ser parte de tal espectáculo no podía ser menos.
Hay momentos en que a la Virgen le da por bajar a un campo de fútbol, como cuando en el 95  en el parque de los Príncipes de París, en el último minuto de la prorroga de la recopa de europa le susurró en el oído a un ceutí, y le dijo "Hijo mio, tu dispara que yo la dirijo", y al bueno de Nayim no se le ocurrió otra cosa que disparar un zapatazo desde cuarenta metros, y la virgen acogiendo el balón entre sus brazos y meciéndola como a un Jesucristo recién nacido una noche de 24 de diciembre, la dirigió hacia adentro de la portería de un Arsenal, que no pudo menos que arrodillase ante tal milagro y peregrinar hasta la basílica del Pilar, y es que donde se ponga una madre de Dios, ya se puede quitar San Jorge por muy patrón de Inglaterra que sea.
Y fue en el minuto 73 cuando a la virgen del Pilar se le ocurrió hacer una aparición mariana en mitad de la ermita vallecana, cuando Alex Moreno en un pase hacia atrás, le envía la pelota a Gazzaniga, el portero vallecano, y es el momento en el que la virgen con su manto de luz dorada, mira directamente a los ojos del arquero y lo ciega de santidad haciendo que en lugar de patear el balón lo hiciera al aire desplazando con ellos algunos decímetros cúbicos de aíre, y permitiendo que la pelota siguiera su movimiento rectilíneo y uniforme hacia la línea de meta, hasta atravesarla y clavarnos un puñal en el corazón del tamaño del pitón que mato a Paquirri.
Y es justo en ese momento en el que aparece esa amnesia colectiva la cual borra cualquier recuerdo relacionado con tu equipo, hay una desconexión entre cerebro y corazón, las conexiónes sinápticas se paralizan y las dendritas se toman un descanso, los canales de sodio-potasio se colapsan y fallan, y nuestro mundo se colapsa. Una amnesia que dura muy poco, pero que duele mucho, duele de cojones.
Y es que claro, Zaragoza tiene a la virgen del PIlar, y en Vallecas tenemos a San Carlos Borromeo, una iglesia donde los dogmas tienen otro color, donde se comulga con rosquillas porque quitan en hambre, donde se da cobijo a yonquis, drogatas y demás muertos vivientes, la iglesia roja que la llaman y que Rouco Varela ha querido cerrar porque allí la fé parece menos fé, la sangre de cristo es zumo de tetrabrick y en el confesionario dormita una madre de 15 años con su bebé recién nacido. Y al menos San Carlos Borromeo es honesto, y es del Rayo y por eso no hace nada, porque los hay que lo necesitan más que este club por muy del Rayo que San Carlos sea.
Y diez minutos después de que la virgen bendijera a Gazzaniga, el arbitro que también quiere hacer el bien en el mundo, se inventa un penalti que aun nadie entiende (ni siquiera se explica con física cuántica) y permite al Zaragoza hacer el segundo gol de la tarde.
El partido sigue sin nada que ofrecer, monotonía y mal juego, alguna falta fuera de lugar y un penalti en la portería maña que da pie a Javi Guerra a poner el 1-2 final con el que nos fuimos a casa cabizbajos y helados, porque de camino al coche, un viento largo y frío nos acompañó como un buen amigo para recordarnos que estábamos en navidad y que es momento de regalar, y es lo que hicimos regalar 3 puntos en un partido a un Zaragoza que ni se mereció ganar, por parte de un Rayo que tampoco se mereció perder.

Es en las tormentas cuando los marineros se hacen capitanes

De momento y sin avisar llegó el invierno, o al menos el otoño, veníamos de unos días dóciles y tranquilos, pero ya lo había anunciado los espacios meteorológicos de las televisiones, el fin de semana cambiará el tiempo. Y así fue, el sábado se despertó frio y nublado, pero a las 15h el cielo se caía, y yo lo disfrutaba detrás de unos ventanales, la lluvia rebotaba en los cristales y creaba un sonido sordo, el cielo gris oscuro, la comida preparada en la mesa, y las noticias en la televisión, la luz del salón encendida y aun así los rincones se notaban fríos y oscuros, y el sofá gris se agarraba al color de la mantita de lana de colores, así se presentaba la tarde del sábado.
El Rayo jugaba a las 18H,  eran las 17:05, María dormitaba, el cielo se caía, y en la 2 ponían un interesantísimo documental sobre las rutas maratonianas de los elefantes africanos, en el mostrador quedaba tres cuartos de bizcocho con pepitas de chocolate que rozaba la perfección absoluta en cuanto a los parámetros de esponjosidad y tamaño de agujeros, un bizcocho que había horneado María la tarde anterior para desayunar y despedir a Carlos y Chito que se marchaban a Japón. Ese era el panorama, y en 55 minutos jugaba el rayo.
Me levanté de un salto, me vestí de marinero de las islas Lofoten (un impermeable azul de National Geografic que me compré con un increíble descuento), cogí la bufanda y dejando atrás la mirada acusadora de María, me encaminé al parking, y mientras en la radio hablaban del partido de la Real y el Atlético una manta de agua caía en las lunas de mi coche. Aparqué a 5 minutos del estadio, compré un paquete de pipas y un botellín de agua, saqué el carnet y busqué mi sitio en el estadio.
Jorge no se sentía con cuerpo para aguantar 105 minutos de lluvia, María, como gata que es, no le apetecía mojarse a 7 grados de temperatura.
Entré en el estadio, baje las escaleras, recorrí el pequeño pasillo que lleva hasta la lateral baja, y cuando llegué a mi sitio fue cuando me di cuenta que hay un momento en el que uno se hace mayor, cuando pasa toda la vida por tus ojos, levantas la cabeza, sacas pecho y quitas el agua de la piscina que se ha formado en tu asiento, todo esto en la más completa soledad, porque la lateral baja, a excepción de 5 adictos a la causa, estaba desierta como la calle La Vega un domingo a las 8 de la tarde.
No paraba de llover, mi impermeable azul de barco ballenero impedía que me calara el agua, pero los pantalones no impedían nada, por lo que el agua me recorrían los tatuajes de las piernas, que contrariedad que el elefante de la pierna estuviera chorreando, y el barco de la espalda se mantuviera tan seco como la mojama. Al menos había sido previsor y me había llevado una bolsa de plástico para sentarme en ella.
El equipo salió de los vestuarios, todos aplaudimos, el árbitro indicó el inicio del partido, los Bukaneros ya llevaban 20 minutos animando, y yo abrí el paquete de pipas. El equipo saltó con muchas ganas de jugar, nos enfrentábamos al UCAM Murcia, UCAM significa Universidad CAtólica de Murcia, un equipo creado en 1999 y refundado en 2011, un equipo hecho a base de mucho dinero, sin afición ninguna, con mucho marketing y muchas pretensiones. Solo hay que ver su equipación, al más puro estilo americano, con la frase UCAM en el pecho, letras de color dorado y  una tipografía  de letra de universidad americana, la antítesis de nuestro Rayo, un equipo de barrio y castizo, con años que lo sustentan, miles de derrotas y millones de victorias, un equipo al que la gente le tiene cariño y le llaman con diminutivo, ¿Vas a ver al RAYITO?, ¿Cómo ha quedado el RAYITO?, la gente no dice: El Barcelonita, ni el Zaragocita... pero sí dicen EL RAYITO.
En mi banda jugaba Mojica, un lateral colombiano que llegó a Vallecas en el 2013 con 21 años, y que no paró de correr, driblar y pedir la pelota  durante todo el partido, y se notaba mucho en el juego, el equipo movía la pelota con alegría, incluso parecía que no se notaba la falta de Trashorras, eso si, la portería la guardaba Gazzaniga, en Vallecas nadie duda de su profesionalidad, pero si tenemos a Toño y no lo sacas espero que sea por alguna buena excusa, porque nuestro amigo Gazzaniga no nos aportaba ninguna tranquilidad, se trastabillaba mucho con los pies, tardaba en sacar y los defensas nerviosos moviéndose de un lado a otro le pedían la pelota, mientras el público silbaba estas torpezas.
El agua seguía cayendo, Bukaneros seguía animando, y yo permanecía solo en mi lateral baja. Había momentos que me imaginaba a mi mismo en el puente de mando de la Sophie emulando al capitán Jack Aubrey en una noche de tormenta en mitad del Atlántico, nubes de espuma salpicándome en la cara y un viento frio y cortante hiriéndome las mejillas, un mar violento de fondo y olas de tamaño de un titán rompiendo contra la amura de estribor, la luna llena insinuándose entre las nubes, y sonriendo en la soledad que te puedes permitir con miles de kilómetros de agua a tu alrededor. Si ese era yo, pero Jack Aubrey iba vestido con una preciosa guerrera con charreteras doradas, y yo, con una bonita chaqueta azul y forro amarillo, de plástico impermeable, más parecida al capitán Pescanova.
El UCAM se acercaba de vez en cuando a la portería del Rayo, pero no había peligro a la vista, y el Rayo había bajado el ritmo y estaba dejando escapar el partido, Aubrey en este caso ya tendría calculada el tiempo de demora entre olas para preparar las andanadas, pero nosotros no, nosotros no habíamos ni siquiera recogido velas en la tormenta, el casco se estaba comenzando a escorar peligrosamente. Quedaban cinco minutos para el final de la primera parte y llovía más que nunca, el balón iba de banda a banda, balones largos y pases de treinta metros, el juego pasaba por las botas de Mojica, Gran Beltrán y Galán, y en el último segundo llegó una falta muy jugosa después de un par de córners, la falta ideal para un gol psicológico perfecto, el momento idóneo, lloviendo como si lo fuesen a prohibir, y es cuando se nos quedó la cara de estúpidos, el árbitro en un ataque de esquizofrenia hizo sonar el silbato para dar fin a la primera parte, ¿para qué señalas una falta si no vas a dejar sacarla?, demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. De momento llegaban quince minutos de tregua pactada, un alto el fuego para fachear la embarcación, preparar los cañones y dar las órdenes de evacuar el agua en la sentina, era el momento de levantarse y buscar cobijo en los pasillos del estadio, esta vez no estaba Jorge para hablar de los pormenores de la primera parte, de las jugadas que podían haber sido y que no fueron, Jorge estaría viéndolo por la televisión, y comentando por WhatsApp la jugada que no fue fuera de juego y dejó a Javi guerra solo delante del portero. Y ahí estábamos 300 espartanos a siete grados, en los pasillos del estadio escuchando la banda sonora del descanso.
Comenzó la segunda parte, la lluvia nos dio un descanso y el equipo salió con ganas. El balón volvía a pasar por los pies de los mismos, Galán, Mojica y Fran Beltrán, y se unió al clan Patrick Ebert, lo movían de lado a lado y muchos pases en largo, pero el campo no estaba para este tipo de juego, mucha agua, muchos charcos y mucho barro que impedía el juego rápido que intentaba en Rayo, el UCAM por su parte intentaba contras y regates cortos. 
Hubo un momento, que se unió un tercer actor a la obra, el árbitro, comenzó a tomar partido en muchas acciones, dejando de pitar al menos lo que pareció un penalti claro, pitando faltas que nadie vimos y obviando otras tantas que parecían tan claras como el agua de encharcada en los asientos vacíos de mi alrededor.
Minuto 70, Sandoval con las directrices muy claras cambia a Lass por Álex Moreno, y pensé, perfecto, ahora es cuando Álex se saca un gol de la manga.
Los cañones del rayo seguían rugiendo, incluso un palo que parecía gol claro, si seguíamos así íbamos a derretir las bocas de los cañones, había que dar un descanso a los mismos y que el balón tocara otros pies, había que acercar el tiro y el tiempo pasaba, cada vez quedaba menos pólvora en la santabárbara, el viento izaba las velas, desde la sobrejuanete hasta la mesana, mirando el horizonte, erguido, a través del bauprés, y nubes de humo de pólvora y azufre que pican en los ojos. La batalla sería nuestra o no sería.
El capitán Aubrey fue capaz de acabar con un galeón español, el Cacafuego, con su fragata Sophie (un navío de sexta clase), nadie hubiera dado un duro por él y su pequeña embarcación y sin embargo fue capaz de manejarla y aprovecharla sus ventajas frente a las deficiencias de los demás, más pequeña, sí, pero más rápida y manejable. Así debería ser el Rayo, más pequeño y manejable, y sin embargo se nos hace bola y cada temporada que pasa, más difícil nos lo ponemos nosotros mismos, una prueba de ello eran la cantidad pitos de los aficionados a nuestro propio portero cada vez que tenía que hacer un saque de puerta, es cierto que no es normal que un profesional dude tanto a la hora de hacer un saque de puerta, pero ante todo debería primar el principio de apoyo en el campo y las críticas fuera de él.
El frío me estaba helando las manos, y tenía los pantalones calados completamente, mi abrigo de ballenero me estaba permitiendo aguantar el partido completo, las pipas húmedas y el ambiente gélido, al menos dos veces miré a la grada visitante a ver por qué nadie animaba, la respuesta era simple, porque no había nadie para animar. Hoy ni Álex Moreno nos sacaba del trance, el empate parecía lo más plausible, yo me imaginaba el último arreón, montados en las barcazas y remando en grupo para que el arponero, nuestro Queequeg de referencia levantase el arpón y lo lanzase con fuerza hacia el lomo de la ballena blanca, y yo como el capitán Ahab me reiría a bordo del Pequod viendo desde el puente de mando como ganábamos el partido, y ahí es cuando me despertaba de la obnubilación y el rayo tiraba a puerta, y mantenía el balón, el UCAM atrás, así llegaron los 4 minutos de descuento, con un córner en contra y despeje al centro del campo, quedan 70 segundo, el partido está acabado, reparto de puntos.
Lo que nadie iba a imaginar es que desde la batayola del UCAM se ordenara la última andanada a la línea de flotación del Rayo, hundiéndonos en el minuto 93 con un gol de ángulo imposible, MobyDick acababa de saltar sobre nosotros, el palo mayor flotaba en el agua, los cabos arrastraban las pocas esperanzas que nos quedaban de intentar llegar a puestos de ascenso.
Las consecuencias se dejaron notar en muy poco tiempo, Sandoval destituido, marineros sin capitán, Martín Presa, Jefe de Capitanía, que no se entera de lo que nos está ocurriendo, y un fondo que no deja de animar bajo ninguna circunstancia, los primeros en llegar y los últimos en irse.
Y habrá mucha gente no entenderá esta locura, ni siquiera se habrán subido al barco, otros se subieron y en cuanto vieron la tormenta se bajaron al primer bote que encontraron buscando tierra, pero quedamos un pequeño grupo de marineros y piratas sin miedo a nada, es más nos gustan las tormentas y ver el fuego de San Telmo en lo más alto de la mesana, porque es en las tormentas donde se hacen marineros, porque en Vallecas la vida pirata es la vida mejor.

Muerte y resurrección en la albufera

Un domingo por la tarde, más cuando es una tarde nublada y otoñal, es el polo opuesto al sofá y mantita, y como bien predice las leyes que rigen los campos magnéticos, los polos opuestos se atraen, y si en la ecuación añadimos variables tales como película y bizcocho el resultado tiende a infinito, y con ese resultado jugaba en contra para ir a la ermita vallecana, María se encontraba retenida en las lineas de campo del sistema binario SOFÁ-TV, y Jorge trabajaba de noche, por lo que, como un eremita me dirigí a mi ermita.
Ir al campo de fútbol de vallecas los días de partido, más que obligación es ética, todo tiene un cierto sabor a filosofía, aroma de perdedor pero nunca de rendición, es algo inherente al seguidor del Rayo, una vez que te cruza la franja estás perdido.
Así que solo, arranqué el coche, subí el volumen de la música ( supongo que estaría sonando el último de cd de Non Servium, música "Punk Hardcore" para amenizar el camino) y me dirigí al campo, aparqué no muy lejos de la avd. De la Albufera, y por el camino me fui encontrando seguidores del Numancia con su camiseta roja y cantando a san Frutos canciones populares, supongo que habrían desayunado fuerte, pan con mantequilla soriana, a la espera de lo que les esperaba en Vallecas, en mi mente se adivinaba la idea de la defensa numantina y el suicidio colectivo por parte de los sorianos, un Rayo pletórico, 3 goles rápidos y disfrutar mi paquete de pipas... Nada más lejos de la realidad.
Una vez sentado en el estadio y con el asiento vacío a mi izquierda, me preparé para lo mejor. En mi ubicación tengo a la afición visitante arriba a la izquierda, una alegría cuando hay jolgorio provocado por la afición cadista, la del Sevilla o la del super Depor, un coñazo cuando tienes al resto... y esta vez me toco al frente rojillo, el grupo de hinchas de Soria que animaban con canciones de corte regional, pero para eso estábamos nosotros, para callarlos y gritar, para apoyar a nuestro equipo.
Comenzó al revés, un Rayo callado, miedoso y lleno de dudas, y un Numancia que sacaba pecho y se paseaba por el campo como un gallo de pelea, tanto que en el minuto 1 nos caía el primero, la que nos espera, es lo único que me pasó por la cabeza. El equipo iba a menos y los sorianos a más, no podía ser que que la historia nos devolviera el asedio numantino y los que defendiéramos cabizbajos fuéramos nosotros. De vez en cuando alguna salida de tono del Numancia permitía hilvanar dos pases seguidos, y en el minuto 26, Amaya, en uno de esas jugadas en las que casi llevamos el balón a la red pegado al pie, en un rechace raro, mete el balón en las mallas, Amaya, un defensa que nadie sabe como, toca para hacer el empate y dejarnos respirar tranquilos.
Después de esto, el resto de la primera parte fue pura rutina, más de lo mismo, ataques numantinos y alguna discreta llegada del Rayo, miedoso como el chico que recoge por primera vez a su chica en el parque, que no se atreve a decir nada, ni siquiera levanta la cabeza, que piensa si ha elegido bien el vestuario, ¿Le gustara mi camisa?, ¿y que pensara de mi colonia?, ese chico tímido éramos nosotros, pero con una diferencia, no teníamos novia.
Y entre poco y nada llegó el fin de la primera mitad, y con ella la banda sonora del descanso en Vallecas, pensaba lo mal que lo estábamos haciendo, no podía ser posible jugar ta mal, y el caso es que no tenemos tan mal equipo, cabizbajo y con AC/DC de fondo filosofaba e imaginaba tardes de gloria y utópicas victorias que nos llevaran de nuevo a primera,a ganar la copa del Rey, a que el Real Madrid volviera a Vallecas y hacer callar a todos los merengones y resarcirnos del año pasado y hacerles tragar sus cánticos de menosprecio a nuestra bonita casa, te lo juro que si alguien vuelve llamar futbolín al templo de la Albufera le meto la bufanda por la boca hasta la traquea, imaginaba tardes gloriosas y noches de miércoles jugando en Europa y tapando bocas extranjeras, goles en Amsterdam y en Manchester, y por fin ganarle la Champios al Barcelona, y cuando me vine a dar cuenta, a mi alrededor lo único que había eran bocadillos de jamón y de chorizo y niños cantando canciones de Rock, porque en Vallecas los niños han cambiado las canciones de Cantajuegos por el "Highway to Hell" y las canciones de SKA-P.
Comenzó la segunda mitad tal como terminó la primera, arrastrándonos y perdidos en el campo, los Sorianos mientras, se pavoneaban  y jugaban con un total descaro, Sandoval esto es vallecas, ¿a qué estamos jugando?, la repuesta llegó rápidamente, no jugamos a nada, en el Minuto 58 llega el segundo gol del Numancia, estamos al filo del abismo, no quiero ni mirar, me tapo la cara, no quiero darme cuenta pero esto está perdido, empieza a picarme todo, y es justo en ese momento cuando Sandoval cambia a Miku por Álex Moreno.  6 minutos más tarde Gazzaniga da un pase al delantero numantino, un regalo de reyes en pleno octubre, una contra sin moverse del sitio, y en tres toque nos cae el tercero, no nos da tiempo ni de preguntarnos donde esta Toño, el pretoriano guardián de la portería vallecana. Es el momento en que a todos los rayistas nos tienen que pinchar Urbason para el shock anafiláctico que estamos sufriendo, estábamos al borde del abismo, estábamos, porque ahora hemos caído a él. Yo apretaba la bufanda y me la llevaba a los dientes para evitar que se me saliera el alma por la boca (me podrán reprochar que la exageración, y qué, si como me dijo una vez un profesor de la facultad, soy un andaluz convencido), y el Rayo desnortado y noqueado, podría repetir lo que decía Barney Gumble en su película, "no llores por mi, ya estoy muerto", estábamos muertos y nos acababan de enterrar sin ni siquiera darnos sepultura, 1-3.
 Y entre lagrimas y plañideras, mujeres vestidas de luto y rudos hombres con los ojos hinchados de llorar la muerte, llega ese momento en el que el cielo otoñal  de Madrid comienza a tomar un color naranja eléctrico y azul intenso, cuando la retina se ve rebosante de fotones, el espectro magnético que va desde los 380 hasta los 780 nanómetros inunda el nervio óptico, y una luz mágica cae como un velo sobre el campo, es cuando Álex Moreno se hace grande, cuando mira a Fran Beltran y a Galán, cuando le asiente a Ebert y sonríe a Trashorras. Y de la nada, nace un juego de toque que no habíamos visto en Vallecas, toques en corto, rondos, pases largos y cortos, ruletas, bicicletas, Álex se monta el equipo a la espalda y lo mueve, y como en aquella Brasil de los 90, el Rayo hace suyo lo de "Joga Bonito", y como lo que tiene que ser, será, un zapatazo cruzado de Álex Moreno en el minuto 73 cruza la línea de gol, nos levanta a todos de nuestros asientos y nos hace agitar las bufandas mientras, como dicta la tradición, cantamos el "Final Countdown" de Europe.
Aun queda tiempo, nos ha cambiado la cara, seguimos tocando y dando pases en largo, conocemos nuestras armas, estas son básicamente que todo vale menos pasarla a Manucho, porque cuando Manucho tiene el día malo es nuestro peor enemigo, pierde balones, no controla un pase, incluso en algún intento de cabecear un centro hace un movimiento que cualquier médico hubiera dado como rotura de cuello y mandaría a buscar sus cervicales por el campo... El caso es que el tiempo va pasando y en el minuto 83, un pase raso que se pasea por la frontal llega a Manucho, dispara a puerta y... ¡¡PALO!!, ¡¡Manucho por tu madre, pero qué has fallado??, el balón cambia su trayectoria y justo cuando va a sobrepasar la linea de gol, el portero numantino saca un brazo de Dios sabe donde y se pega una estirada enviando el balón al área, justo a los pies de Patrick Ebert, que gustándose y posando para que todas las cámaras grabaran el momento, golpea con rabia un balón raso a las mallas.y es que como Jesucristo Álex Moreno dijo "levántate y anda", y el Rayo se irguió desafiante, aun quedan 7 minutos más el descuento y nos sentimos capaces de todo, acabamos de resucitar y no queremos paz si no la victoria.
7 minutos de alegría, de llegadas a portería, 7 minutos de jugadas, de corners uno detrás de otro, de corazones palpitantes y "uuuyy" en las gradas, de silencio en los hinchas numantinos, de gritos de "si se puede", aun me quedan pipas y kikos, y una sonrisa se nos escapa, "Que si, que se puede", arreones de última hora que el arbitro no tiene en cuenta, haciendo sonar el silbato con muy poca vergüenza y acabando con nuestras esperanzas de dar la puntilla final. 
Y es que, si Lázaro se levantó a la orden de Cristo, el Rayo lo hizo con Álex Moreno.

Sangre gaditana por vena vallecana


Domingo 03 de octubre.
El día amaneció como el mejor día de agosto, cielo azul, suave viento, sol regalando fotones después de convertir átomos de hidrogeno en helio... Un domingo espectacular, más teniendo en cuenta lo que nos venía esa tarde, a las 20h en la ermita vallecana se preparaba un duelo fratricida, dos hermanos que se enfrentan en el campo de batalla frente a frente. Imagínese la situación, dos héroes de película de esos "mazaos" , frente a frente, mirándose a los ojos, como una escena de Tarantino con música y todo. Un arma en cada mano, pelos largos y greñudos movidos por una brisa suave, de fondo unas laderas verdes, un cielo naranja cayendo, y muchos muertos por el suelo.... Imagínese eso pero en la liga 1,2,3, vamos la segunda división de toda la vida.
Así al menos me lo imaginaba yo, porque venía a Vallecas, el grandioso, el eterno, el único, el monumental, fastuoso, enorme, babilónico, mayúsculo, el Cádiz C.F. Si, otro equipo de segunda, con una afición de "Champions League".
 Dos aficiones unidas desde hace más de dos décadas, hermanadas como pocas, no me equivoco si digo que la afición del Cádiz es como una continuación de Bukaneros, podríamos intercambiarnos los equipos y seguiríamos animando con la misma pasión.
Eso es lo que se nos presentaba, no podía esperar mejor ambiente que esa tarde. Conforme se iba acercando la hora, a mi teléfono llegaban mensajes de " WhatsApp" de compañeros y conocidos llegados de las lejanas tierras gaditanas para quedar antes del partido, la única pena era que esta vez María no me iba a poder acompañar, y a ella su mitad gaditana le tira mucho, y pasear por Cádiz aunque sea en Vallecas es un privilegio.
Jorge me recogió debajo de casa bastante antes del partido, y aprovechamos para disfrutar del ambiente, en medio de la muchedumbre me encontré con viejos amigos de los veranos chiclaneros, y los animé a que se vinieran a visitar a los Bukaneros, ver si tenían nuevo material, cantar y gritar un poco... 
LLegó la hora de ponernos en la cola para entrar, sacar el carné de socio y sentarse en el asiento, pero no pude más que quedarme en pie y mirar a mi alrededor, ambientazo franjirojo y amarillo, a cualquier parte que mirara se veían camisetas amarillas, los cánticos de Bukaneros se mezclaban con los de Brigadas Amarillas, hermanamiento en las calles y en las gradas, y a ritmo de tres por cuatro desde la grada visitante hasta el el último rincón de la ermita vallecana se oía aquel himno que nos regalara Manolo Santander en el 98, y que cualquier gaditano entona cuando está más allá de cien kilometros de distancia de la provincia de Cádiz, " Me han dicho que el amarillo, está maldito pá los artistas, y ese color sin embargo es gloria bendita para los cadistas....".
La verdad no sabía con quién posicionarme, que el sentimiento amarillo es muy fuerte, y la duda me carcomía, ¿qué hacer si marca el Cádiz?, ¿lo celebraré?, ¿y si hay una falta, un penalti?... dudas filosóficas que llegan a las entrañas del ser humano, preguntas a las que ni siquiera Séneca podría aconsejarme. (seguramente Séneca sería del Córdoba CF y le importaría una mierda el resultado de esa tarde).
Comenzó el partido con peligro amarillo, que más da, algarabía, pases en corto y buen juego, el rayo no salió espabilado, le costó unos cinco minutos en meterse en el partido, y cuando llegó ese momento lo entendió a la perfección, creó peligro por las bandas, por el centro, Manucho hizo el mejor partido del año y ni siquiera tocó la pelota (si Manucho, ese negrón alto y desgarbado que se tropieza cada vez que toca el balón), creaba espacios, movía a los defensas como un elefante que se rasca contra la corteza de un árbol, y en una acción repentina, ¡¡ va Manucho y crea un penalti !!.
Nos ponemos todos en pie, agarrando la bufanda con fuerza y mordiéndolas como un bocadillo de chicharrones, el corazón late fuerte y rápido, Adrián Embarba se envalentona y coge la pelota, la lleva al punto de penalti, mira al portero con la certeza de un francotirador y... ¿Pero Adri que has hecho?, el balón va fuera, en Vallecas un penalti es como la aparición de Lourdes, fallarlo es delito penado con carcel, y Embarba le acaba de decir no a una aparición mariana... Minuto 6, a ver que nos espera...
 El caso es que el rayo parece que se está gustando, y el Cádiz está creando ocasiones, un partido muy vistoso en las gradas y en el campo. El tiempo va pasando, y 6 minutos después de que Embarba fallase el penalti en el minuto 6, va y se resarce en una acción caótica en la que le cae un balón distraído y da un pase a la red, vaya crack, minuto 12 vamos ganado y jugando bien.
El cuerpo poco a poco se iba entonando, yo cantaba canciones de una u otra afición conforme las comenzaban, una de Brigadas por aquí, otra de Bukaneros por allá, pero me sentía más cómodo en mi posición de rayísta, más natural, no sé, el rayo tenía al menos el 51 % de las acciones de mi corazón de hincha futbolero, creo que aunque las cosas se hubieran desarrollado distintas y no tan agradables, agitaría un poco más fuerte la bufanda del Rayito que la del Cádiz.
El 1-0 se hacía patente en el juego, y con Toño en la portería disfrazado de policía local de Castilla y León no había jugador que se atreviese a tirar a puerta, la multa es algo que a todos nos produce rechazo, y creo que Toño tenía un bolsillo con un bolígrafo y un taco de notas sancionadoras en esa equipación perfectamente preparada para salir el domingo de carnavales, a falta de gorra, esposas y porra, el se había calzado unos vistosísimos zapatos naranjas y blancos a juego con los guantes. Toño que sepas que cuanto te retires tendrás un sitio en la policía local de Ávila.
Y sin darnos cuenta llegó el minuto 45, descanso, todos nos miramos pensando ¡YA?, pues si, hora de los bocatas, Jorge se había marcado unos bocatas de queso y tomates, ya es la tercera vez que me invita, la próxima vez me llevo al campo una olla de chícharos con alcauciles de los que hace Ana, y una barra de pan de Medina para mojar en la salsa. El caso es que el ambiente festivo era una constante, pipas, palomitas, caramelos, bocadillos de jamón... y entre medio de todo veo a una niñita de 7 años, rubia como la reína de frozen, ojos azules, bocadillo en mano, y cuernos en la otra, de pie en su asiento, gritando el "Highway to hell" de AC/DC con los ojos cerrados, tutú de tul rosita, camiseta del rayo y zapatos con leds de colores, gritaba disfrutando del momento, sin vergüenza, ella es así, y justo cuando le daba el último bocado al pan, comenzó a sonar por megafonía la banda sonora de los descansos en Vallecas, y la pequeña Elsa comenzó a cantar Ska P más feliz que nadie en el estadio, " son las 12 ya, esto va a comenzar... Mi equipo está al sureste de Madrid, Vallecas si me hace feliz.. ", y aquí es cuando se levanta y se encienden todos los leds de colores de sus zapatos, cierra los ojos, sonríe, levanta los cuerno y grita, " Vamos rayito, Vallecas está contigo, y todo Madrid, fuerza en Vallecas, demuéstrale tu destreza a todo el país..". Esta es la afición del Rayo, esto es Vallecas.
El segundo tiempo comenzó a ritmo de comparsa, de tanguillo y rumba, a ritmo de tres por cuatro, tocando y tocando, llegando a la portería cadista y creando peligro, tanto peligro que segundos después de que Miku saliese al campo (y fuera pitado como en los mejores tiempo de Piqué jugando con la selección), un centro perfecto de tiro parabólico llega a Alex Moreno y remata a gol. Minuto 62.
No podía ser, el rayo jugando bien y ganando.
Minuto 74, el balón llega a Miku y la mete para adentro, un gol raro no por las formas sino por el fondo, literalmente por el fondo de Bukaneros que pitan a Miku y al que se unen bastantes más aficionados... No sé que es lo que pasa, pero al jugador se le anima en el campo y se le recrimina lo que sea fuera de él.
Entre gol y gol del rayo el videomarcador nos anuncia que el Celta está arroyando al Barcelona 3-0, es como un pequeño postre de frutas que siempre entra bien. En Vallecas "los grandes" no caen muy bien.
Termina el partido, 3 goles y 3 puntos, y comienzan los cánticos entre aficiones, cadistas animando al Rayo, y rayistas al Cádiz, agradeciendo la hospitalidad recibida. Vallecas siempre será vuestra casa, porque desde Cádiz, desde la Caleta o desde la Victoria, desde las murallas de Puerta Tierra, hasta Vallecas, nos une un mar aunque imaginario para algunos, otros lo tenemos muy presentes, marineros de interior, Bukaneros en galeones franjirojos. Porque Vallecas es puerto de mar, y aquí también se celebra la Carmela, y cuando en Cádiz la sacan en barcos pesqueros, la Albufera se cierra para la Batalla Naval de Vallecas.
Porque no hay quién pueda con la gente marinera.